Se cree que la isla de La Palma comenzó a habitarse, por población del norte de África que emigraron a la isla, aproximadamente en el 2000 a. C. Esta teoría emparentaba a la población antigua de la isla con los beréberes, respaldado por los análisis genéticos de los hallazgos de huesos en tumbas antiguas que se encuentran y conservan en la isla. Sin embargo, las excavaciones arqueológicas también apuntan a un asentamiento del suroeste de Europa, sobretodo por los grabados de piedra.
Los benahoaritas, que era como se llamaba a esta población, vivieron a un nivel cultural de la Edad de Piedra y se organizaron en diferentes clanes que dividieron la isla entre sí. No hay suficiente información sobre el tamaño de la población, pero algunos autores estiman, utilizando la información tanto de los relatos históricos como de la arqueología, que antes de la conquista había unos 4 000 individuos. Sin embargo, otros creen que pudo haber entre 7 000 y 11 000 en base al potencial demográfico de una sociedad basada en el consumo de la cebada.
En el año 1447, el conquistador español Guillén Peraza desembarca en las playas de Puerto Naos acompañado de 500 hombres con el fin de conquistar y hacer esclavos. Peraza fue el primer comandante castellano que muere en un enfrentamiento en las Islas Canarias, justo en la isla de La Palma, durante un asalto infructuoso al conocido como reino de Aceró, situado en la Caldera de Taburiente.
La Palma oficialmente fue conquistada el 3 de mayo de 1493.
En pleno siglo XVI La Palma era la puerta de América, lo que produjo una mezcla de holandeses, franceses, Irlandeses, judíos y portugueses entre otros. La instalación en la isla de estas grandes familias llamaron la atención de piratas y corsarios, que conociendo las riquezas que aquí se guardaban intentaron en varias ocasiones asediarla, sobre todo la capital.